Programa de Estrés Postraumático – Marco Teórico

Trastorno por Estrés Postraumático

        El Trastorno por Estrés Post Traumático (TEPT) es una patología frecuente, con un estimado de vida del 7% de la población, superior al trastorno de pánico o de ansiedad generalizada 1. La prevalencia de vida en población general chilena es 4%, en el 100% de los casos tiene al menos una comorbilidad psiquiátrica 2. Este trastorno estaría presente en el 12% de los consultantes generales en APS 3.

        El TEPT es también frecuentemente comórbil con otras patologías psiquiátricas 4, y conlleva mayor riesgo de suicidio 5. En Chile se ha reportado que el 82% de los usuarios que consultan en APS por un episodio depresivo mayor (EDM) reportan trauma infantil 6, y que el 14,8% presentan TEPT comórbido 6, es decir, un incremente de 600% respecto a lo esperable por mero azar 2; el Odds Ratio (Razón de Chances, OR) para presentar 3 o más diagnósticos psiquiátricos es alrededor de 10, y de abuso de drogas alrededor de 9 7.

El TEPT se asocia a una carga de enfermedad médica5 y de costos en salud 8 elevados por múltiples mecanismos, entre ellos inflamatorios 9, riesgo cardiovascular 10 y metabólico 11 12, y en general, en un aumento de mortalidad prematura 11.

Si bien el TEPT presenta una tendencia espontánea a la remisión 13, esto es a la inversa en los casos de trauma intencional 14. La probabilidad de desarrollar TEPT es diferente según el tipo de trauma 4, y su severidad es directamente proporcional a la carga traumática infantil 15.

Trastorno de Personalidad Límite

El Trastorno de Personalidad Límite (TPL) es una patología presente en alrededor del 1% de la población 16. En la población general, el 53,1% de los portadores de TPL tiene historia de TEPT 17; a la inversa, el 14,7% de aquellos con diagnóstico de TEPT tiene diagnóstico de TPL 17. En atención a las frecuencias poblacionales, esta asociación es órdenes de magnitud superior a lo esperable por azar.

Portar TPL es predictor de enfermedades de eje I (psiquiátricas primarias), con OR de 18.9 16, e incrementa el costo en salud mental 18. Además predice enfermedades de eje III (médicas primarias) de alto costo, por ejemplo Accidente Vascular Encefálico, incluso tras ajustar por consumo de sustancias y trastornos de eje I 16. Por otro lado, las patologías del cluster B (grupo de trastornos de personalidad que incluyen el TPL) corresponden al 11% de las consultas de psiquiatría de enlace 19.

Comorbilidad entre TPL y TEPT

Las personas con TPL y TEPT comórbido (TEPT+TPL) tienen peores calidad de vida, ingresos y nivel educacional que los portadores de cada enfermedad por separado 17. Estas personas suelen ser policonsultantes médicos: El TEPT es predictor de mayor consumo de Urgencias y Hospitalizaciones de hospital general que la población general 20. Además, portadores de TEPT+TPL tienen mayor número de visitas a la urgencia, y estadías más prolongadas 17  lo que tiene impacto económico, sobrecarga el sistema de salud, y prolonga las listas de espera.

TEPT complejo

La actual revisión en curso de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce en su glosa el ítem Estrés Postraumático Complejo (cTEPT) 21, una patología que se ha propuesto como entidad diferente a TEPT en cuanto a grupos sintomáticos 22 y preliminarmente, características neurobiológicas 23 y transculturalidad 24 (aunque cfr. 25, 26 ). Se caracteriza por tener además de las características del TEPT crónico, distorsión pervasiva del concepto de sí mismo, alteraciones de las relaciones interpersonales, y del control afectivo. Es una entidad distinta del TpL 27 28, es más severa y disfuncionalizante que el TEPT 29, y su etiología radica en trauma prolongado en situación de dependencia o cautividad por el agresor, compatible con violencia en pareja prolongada o abuso sexual de inicio en la infancia, o repetitivo 21.

Trastornos Disociativos

Los síntomas disociativos son una característica propia a nivel neurobiológico y clínico de las patologías postraumáticas 30 31 32,33. También se conceptualizan como un desorden en sí mismo (Trastornos Disociativos, DD por la sigla en inglés) en aquellos casos en que son la presentación clínica predominante 34, pero se entienden dentro de un continuo etiológico 35 36, y de estrategias de tratamiento 37 que abarca al TEPT, el cTEPT, el TPL y los DD 38 39. Estos trastornos son mutuamente diferenciables pero no excluyentes y suelen presentarse con alta comorbilidad 40 41. Aquellos con DD asociado se ubicarían como el grupo más grave y resistente a tratamiento 42 43.

Abuso sexual infantil en TEPT y TPL

La posibilidad de desarrollar TEPT es mayor con trauma infantil que con trauma adulto, y máxima para trauma sexual. En Chile, el 77,1% y 47,% de los hombres y mujeres violados en infancia desarrollan TEPT 44. En estos casos, la cercanía del agresor podría tener una curva dosis-respuesta: En un estudio Chileno de pacientes con EDM en APS, el OR de tener TEPT era de 2.2 para abuso sexual infantil (ASI) perpetrado por un desconocido, y de 3.2 por un conocido 6. En Chile se ha descrito que ⅔ de los abusos sexuales infantiles son perpetrados dentro de la familia 45

El TPL también está asociado al trauma infantil, en particular al ASI 46 47, y a los cuidados infantiles inconsistentes e invalidantes 48 49. El ASI se asocia a peor calidad de vida, independiente de portar los diagnósticos de TEPT y/o TPL 17. En la muestra chilena citada, el 50% de aquellos con Trastorno de Personalidad Antisocial presentándose con un Episodio depresivo mayor (EDM) reportaban ASI 6. Los portadores de TEPT+TPL reportan el doble de ASI que los portadores de cada uno por separado 17.

En Chile llegan al sistema de apoyo social en promedio 119 niños diarios por abuso sexual o maltrato, siendo 25 específicamente por ASI, dándose el 2014 los números absolutos anuales de 43292 menores recibidos por maltrato en general y 9263 por ASI 50.

Destaca que esta cifra corresponde sólo al número de aquellos que alcanzan a ser recibidos en el sistema de apoyo social. Algunos expertos consideran que la cifra correspondería a un décimo de los hechos realmente sucedidos (Figueroa 2017, comunicación personal referida a la “cifra negra”).

Trauma infantil y ASI en salud general

El trauma infantil tiene una relación dosis respuesta con todas las causas principales de mortalidad y carga de enfermedad adulta: alcoholismo, abuso de sustancias, depresión, suicidio, tabaquismo, enfermedades de transmisión sexual, sedentarismo, obesidad severa, infarto al miocardio, cáncer, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, fractura, y enfermedad hepática 51. En Chile se ha demostrado su asociación con todos los grupos diagnósticos psiquiátricos 44. Los mecanismos mediando estas variadas asociaciones dependerían de alteraciones inflamatorias 52 y conductuales 53.

Cuadro local

En Chile se reporta cerca de 50% de violencia doméstica en niños 54. En el caso específico de la comuna de Puente Alto, el porcentaje de violencia intrafamiliar crece al triple que el promedio nacional (44,4% para Puente Alto vs 15,0% para Chile), con mayor percepción de victimización social que el resto del país 55, lo que confiere un riesgo aumentado de nueva victimización 56 y peor pronóstico en patologías postraumáticas 57.

        En el aspecto local hospitalario, 39% de los usuarios ingresados a Unidades de Hospitalización de Corta Estadía de Adultos (UHCEA) del Centro Asistencial Sótero del Río (CASR) tienen como diagnóstico principal de egreso el TPL, y un 32,3% tiene diagnóstico de TEPT medido por Post Traumatic Stress Dissorder Checklist – Civilians (PCL-C) durante la hospitalización (datos locales no publicados). Sin embargo, los datos nacionales señalan que sólo el 0,01% de los hospitalizados reciben este diagnóstico 54.

Tratamientos

El TEPT tiene tratamiento con fármacos y psicoterapia específicos 58. Las estrategias que incluyen psicoterapia serían superiores a los que no las consideran 59, y la combinación aumentaría la costo-utilidad 60.

En TEPT está documentada la superioridad económica 61 y clínica 62 de la psicoterapia específica sobre la inespecífica, sobre todo en formas más severas de enfermedad postraumática 63, y la necesidad de adaptaciones complejas ajustadas a la realidad específica de la población servida 64, por ejemplo en atención a síntomas disociativos 65. Existen lineamientos internacionales para la provisión de tratamiento en este tipo de clientes severos (cTEPT y DD) 66,67.

Una de las terapias con evidencia empírica metanalítica 68,69, alto tamaño de efecto y bajo Número Necesario a Tratar (NNT) 58 en el tratamiento de TEPT es la Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares (EMDR por sigla en inglés) 70. EMDR pudiera tener una ventaja en cuanto a eficiencia 71 comparado con otro tipo de terapias. Se ha propuesto también que el TPL 72 y los DD 73 tienen tratamiento con EMDR.

El éxito del tratamiento de TEPT por trauma interpersonal en setting intrahospitalario no es disminuido por la presencia de TPL comórbil 74 ni lo descompensa 75. Por otro lado, clientes portadores de TPL prefieren abordajes terapéuticos que incluyan abordaje de TEPT 76.

El tratamiento del TPL también incluye fármacos 77 78 y psicoterapias 79 específicos. La psicoterapia es claramente superior a la farmacoterapia 80 aislada. El tratamiento específico es costo efectivo 81.

Una de las psicoterapias más estudiadas es la Terapia Conductual Dialéctica 82 (DBT, por su nombre en inglés) 83 . DBT es útil en tratamiento de síntomas relevantes de TPL 84 85 y tiene impacto neurobiológico demostrable 86. DBT ha sido hallado útil en el tratamiento de pacientes con TPL en setting intrahospitalario 87 y se ha propuesto dentro del tratamiento de individuos con DD 88.

 

 

 

Referencias

 

  1. Kessler, R. C. et al. Lifetime prevalence and age-of-onset distributions of DSM-IV disorders in the National Comorbidity Survey Replication. Arch Gen Psychiatry 62, 593–602 (2005).
  2. Vicente, B. et al. Lifetime and 12-month prevalence of DSM-III-R disorders in the Chile psychiatric prevalence study. Am J Psychiatry 163, 1362–1370 (2006).
  3. Figueroa, R. A., Cortés, P. F., Accatino, L. & Sorensen, R. [Management of psychological trauma in primary care]. Rev Med Chil 144, 643–655 (2016).
  4. Yehuda, R. et al. Post-traumatic stress disorder. Nat Rev Dis Primers 1, 15057 (2015).
  5. Kessler, R. C. Posttraumatic stress disorder: the burden to the individual and to society. J Clin Psychiatry 61 Suppl 5, 4–12; discussion 13 (2000).
  6. Vitriol, V. et al. Childhood trauma and psychiatric comorbidities in patients with depressive disorder in primary care in Chile. J Trauma Dissociation 1–17 (2016). doi:10.1080/15299732.2016.1212449
  7. Pérez-Benítez, C. et al. Estudio epidemiológico de sucesos traumáticos, trastorno de estrés post-traumático y otros trastornos psiquiátricos en una muestra representativa de Chile. Salud Ment (Mex) 32, 145–153 (2009).
  8. Walker, E. A. et al. Health care costs associated with posttraumatic stress disorder symptoms in women. Arch Gen Psychiatry 60, 369–374 (2003).
  9. Michopoulos, V. et al. Association of CRP genetic variation and CRP level with elevated PTSD symptoms and physiological responses in a civilian population with high levels of trauma. Am J Psychiatry 172, 353–362 (2015).
  10. Edmondson, D. et al. Posttraumatic stress disorder prevalence and risk of recurrence in acute coronary syndrome patients: a meta-analytic review. PLoS ONE 7, e38915 (2012).
  11. Lohr, J. B. et al. Is Post-Traumatic Stress Disorder Associated with Premature Senescence? A Review of the Literature. Am J Geriatr Psychiatry 23, 709–725 (2015).
  12. Rosenbaum, S. et al. The prevalence and risk of metabolic syndrome and its components among people with posttraumatic stress disorder: a systematic review and meta-analysis. Metab Clin Exp 64, 926–933 (2015).
  13. Bonanno, G. A. Loss, trauma, and human resilience: have we underestimated the human capacity to thrive after extremely aversive events? Am Psychol 59, 20–28 (2004).
  14. Santiago, P. N. et al. A systematic review of PTSD prevalence and trajectories in DSM-5 defined trauma exposed populations: intentional and non-intentional traumatic events. PLoS ONE 8, e59236 (2013).
  15. Schalinski, I. et al. Type and timing of adverse childhood experiences differentially affect severity of PTSD, dissociative and depressive symptoms in adult inpatients. BMC Psychiatry 16, 295 (2016).
  16. Samuels, J. Personality disorders: epidemiology and public health issues. Int Rev Psychiatry 23, 223–233 (2011).
  17. Scheiderer, E. M., Wood, P. K. & Trull, T. J. The comorbidity of borderline personality disorder and posttraumatic stress disorder: revisiting the prevalence and associations in a general population sample. Borderline Personal Disord Emot Dysregul 2, 11 (2015).
  18. Bode, K., Vogel, R., Walker, J. & Kröger, C. Health care costs of borderline personality disorder and matched controls with major depressive disorder: a comparative study based on anonymized claims data. Eur J Health Econ (2016). doi:10.1007/s10198-016-0858-2
  19. Mergui, J., Raveh, D., Gropp, C., Golmard, J.-L. & Jaworowski, S. Prevalence and characteristics of cluster B personality disorder in a consultation-liaison psychiatry practice. Int J Psychiatry Clin Pract 19, 65–70 (2015).
  20. Mellesdal, L. et al. Borderline Personality Disorder and Posttraumatic Stress Disorder at Psychiatric Discharge Predict General Hospital Admission for Self-Harm. J Trauma Stress 28, 556–562 (2015).
  21. Herman, J. L. Complex PTSD: A syndrome in survivors of prolonged and repeated trauma. J Trauma Stress 5, 377–391 (1992).
  22. Cloitre, M., Garvert, D. W., Brewin, C. R., Bryant, R. A. & Maercker, A. Evidence for proposed ICD-11 PTSD and complex PTSD: a latent profile analysis. Eur J Psychotraumatol 4, (2013).
  23. Marinova, Z. & Maercker, A. Biological correlates of complex posttraumatic stress disorder-state of research and future directions. Eur J Psychotraumatol 6, 25913 (2015).
  24. Nickerson, A. et al. The factor structure of complex posttraumatic stress disorder in traumatized refugees. Eur J Psychotraumatol 7, 33253 (2016).
  25. Wolf, E. J. et al. ICD-11 Complex PTSD in US National and Veteran Samples: Prevalence and Structural Associations with PTSD. Clin Psychol Sci 3, 215–229 (2015).
  26. Tay, A. K., Rees, S., Chen, J., Kareth, M. & Silove, D. The structure of post-traumatic stress disorder and complex post-traumatic stress disorder amongst West Papuan refugees. BMC Psychiatry 15, 111 (2015).
  27. Cloitre, M., Garvert, D. W., Weiss, B., Carlson, E. B. & Bryant, R. A. Distinguishing PTSD, Complex PTSD, and Borderline Personality Disorder: A latent class analysis. Eur J Psychotraumatol 5, (2014).
  28. Ford, J. D. & Courtois, C. A. Complex PTSD, affect dysregulation, and borderline personality disorder. Borderline Personal Disord Emot Dysregul 1, 9 (2014).
  29. Palic, S. et al. Evidence of complex posttraumatic stress disorder (CPTSD) across populations with prolonged trauma of varying interpersonal intensity and ages of exposure. Psychiatry Res 246, 692–699 (2016).
  30. Panasetis, P. & Bryant, R. A. Peritraumatic versus persistent dissociation in acute stress disorder. J Trauma Stress 16, 563–566 (2003).
  31. van der Hart, O., Nijenhuis, E., Steele, K. & Brown, D. Trauma-related dissociation: conceptual clarity lost and found. Aust N Z J Psychiatry 38, 906–914 (2004).
  32. Nicholson, A. A. et al. Unique insula subregion resting-state functional connectivity with amygdala complexes in posttraumatic stress disorder and its dissociative subtype. Psychiatry Res 250, 61–72 (2016).
  33. Nicholson, A. A. et al. The Dissociative Subtype of Posttraumatic Stress Disorder: Unique Resting-State Functional Connectivity of Basolateral and Centromedial Amygdala Complexes. Neuropsychopharmacology 40, 2317–2326 (2015).
  34. Myrick, A. C. & Brand, B. L. in Comprehensive Guide to Post-Traumatic Stress Disorder (eds. Martin, C. R., Preedy, V. R. & Patel, V. B.) 1–16 (Springer International Publishing, 2015). doi:10.1007/978-3-319-08613-2_39-1
  35. Terock, J. et al. From childhood trauma to adult dissociation: the role of PTSD and alexithymia. Psychopathology 49, 374–382 (2016).
  36. Webermann, A. R., Brand, B. L. & Chasson, G. S. Childhood maltreatment and intimate partner violence in dissociative disorder patients. Eur J Psychotraumatol 5, (2014).
  37. Shabb, O. Considering psychoeducation on structural dissociation for dialectical behavior therapy patients experiencing high-risk dissociative behaviors. J Trauma Dissociation 17, 55–66 (2016).
  38. Webermann, A. R., Myrick, A. C., Taylor, C. L., Chasson, G. S. & Brand, B. L. Dissociative, depressive, and PTSD symptom severity as correlates of nonsuicidal self-injury and suicidality in dissociative disorder patients. J Trauma Dissociation 17, 67–80 (2016).
  39. Laddis, A., Dell, P. F. & Korzekwa, M. Comparing the symptoms and mechanisms of “dissociation” in dissociative identity disorder and borderline personality disorder. J Trauma Dissociation 1–35 (2016). doi:10.1080/15299732.2016.1194358
  40. Ross, C. A., Ferrell, L. & Schroeder, E. Co-occurrence of dissociative identity disorder and borderline personality disorder. J Trauma Dissociation 15, 79–90 (2014).
  41. Dorahy, M. J. et al. Dissociation, shame, complex PTSD, child maltreatment and intimate relationship self-concept in dissociative disorder, chronic PTSD and mixed psychiatric groups. J Affect Disord 172, 195–203 (2015).
  42. Kleindienst, N. et al. State dissociation moderates response to dialectical behavior therapy for posttraumatic stress disorder in women with and without borderline personality disorder. Eur J Psychotraumatol 7, 30375 (2016).
  43. Gentile, J. P., Dillon, K. S. & Gillig, P. M. Psychotherapy and pharmacotherapy for patients with dissociative identity disorder. Innov Clin Neurosci 10, 22–29 (2013).
  44. Zlotnick, C. et al. Childhood trauma, trauma in adulthood, and psychiatric diagnoses: results from a community sample. Compr Psychiatry 49, 163–169 (2008).
  45. Almonte, C., Inzunza, C. & Ruiz, C. Abuso Sexual en niños y adolescentes de ambos sexos. Rev Chil Neuropsiquiatr 40, 22–30 (2002).
  46. Menon, P., Chaudhari, B., Saldanha, D., Devabhaktuni, S. & Bhattacharya, L. Childhood sexual abuse in adult patients with borderline personality disorder. Ind Psychiatry J 25, 101–106 (2016).
  47. Baryshnikov, I. et al. Relationships between self-reported childhood traumatic experiences, attachment style, neuroticism and features of borderline personality disorders in patients with mood disorders. J Affect Disord 210, 82–89 (2017).
  48. Herman, J. L., Perry, J. C. & van der Kolk, B. A. Childhood trauma in borderline personality disorder. Am J Psychiatry 146, 490–495 (1989).
  49. Zanarini, M. C. et al. Reported pathological childhood experiences associated with the development of borderline personality disorder. Am J Psychiatry 154, 1101–1106 (1997).
  50. Servicio Nacional de Menores, SENAME, Ministerio de Justicia, Chile. Anuario Estadístico 2014. (2014). at <http://www.sename.cl/anuario-estadistico2014/ANUARIO-2014.pdf>
  51. Felitti, V. J. et al. Relationship of childhood abuse and household dysfunction to many of the leading causes of death in adults. The Adverse Childhood Experiences (ACE) Study. Am J Prev Med 14, 245–258 (1998).
  52. Danese, A. & J Lewis, S. Psychoneuroimmunology of Early-Life Stress: The Hidden Wounds of Childhood Trauma? Neuropsychopharmacology 42, 99–114 (2017).
  53. Weiss, M. J. & Wagner, S. H. What explains the negative consequences of adverse childhood experiences on adult health? Insights from cognitive and neuroscience research. Am J Prev Med 14, 356–360 (1998).
  54. Stewart, C. L. Chile mental health country profile. Int Rev Psychiatry 16, 73–82 (2004).
  55. Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana diapos ENUSC-2014.pdf.
  56. Grauerholz, L. An ecological approach to understanding sexual revictimization: linking personal, interpersonal, and sociocultural factors and processes. Child Maltreat 5, 5–17 (2000).
  57. Nijdam, M. J. & Wittmann, L. in Evidence Based Treatments for Trauma-Related Psychological Disorders (eds. Schnyder, U. & Cloitre, M.) 41–61 (Springer International Publishing, 2015). doi:10.1007/978-3-319-07109-1_3
  58. Jonas, D. E. et al. in AHRQ comparative effectiveness reviews (Agency for Healthcare Research and Quality (US), 2013).
  59. Frommberger, U., Angenendt, J. & Berger, M. Post-traumatic stress disorder–a diagnostic and therapeutic challenge. Dtsch Arztebl Int 111, 59–65 (2014).
  60. Gospodarevskaya, E. & Segal, L. Cost-utility analysis of different treatments for post-traumatic stress disorder in sexually abused children. Child Adolesc Psychiatry Ment Health 6, 15 (2012).
  61. Mihalopoulos, C. et al. Is implementation of the 2013 Australian treatment guidelines for posttraumatic stress disorder cost-effective compared to current practice? A cost-utility analysis using QALYs and DALYs. Aust N Z J Psychiatry 49, 360–376 (2015).
  62. Watts, B. V. et al. Meta-analysis of the efficacy of treatments for posttraumatic stress disorder. J Clin Psychiatry 74, e541-50 (2013).
  63. Gerger, H., Munder, T. & Barth, J. Specific and nonspecific psychological interventions for PTSD symptoms: a meta-analysis with problem complexity as a moderator. J Clin Psychol 70, 601–615 (2014).
  64. Corrigan, F. M. & Hull, A. M. Recognition of the neurobiological insults imposed by complex trauma and the implications for psychotherapeutic interventions. BJPsych Bulletin 39, 79–86 (2015).
  65. Bae, H., Kim, D. & Park, Y. C. Dissociation predicts treatment response in eye-movement desensitization and reprocessing for posttraumatic stress disorder. J Trauma Dissociation 17, 112–130 (2016).
  66. International Society for the Study of Trauma and Dissociation. Guidelines for treating dissociative identity disorder in adults, third revision. J Trauma Dissociation 12, 115–187 (2011).
  67. Cloitre, M. et al. The ISTSS Consensus Treatment Guidelines For Complex PTSD In Adults. ISTSS TaskForce (2012). at <http://www.istss.org>
  68. Chen, Y.-R. et al. Efficacy of eye-movement desensitization and reprocessing for patients with posttraumatic-stress disorder: a meta-analysis of randomized controlled trials. PLoS ONE 9, e103676 (2014).
  69. Bisson, J. I., Roberts, N. P., Andrew, M., Cooper, R. & Lewis, C. Psychological therapies for chronic post-traumatic stress disorder (PTSD) in adults. Cochrane Database Syst Rev CD003388 (2013). doi:10.1002/14651858.CD003388.pub4
  70. Shapiro, F. & Laliotis, D. in Evidence Based Treatments for Trauma-Related Psychological Disorders (eds. Schnyder, U. & Cloitre, M.) 205–228 (Springer International Publishing, 2015). doi:10.1007/978-3-319-07109-1_11
  71. McGuire, T. M., Lee, C. W. & Drummond, P. D. Potential of eye movement desensitization and reprocessing therapy in the treatment of post-traumatic stress disorder. Psychol Res Behav Manag 7, 273–283 (2014).
  72. Mosquera, D. & González, A. EMDR therapy in Borderline Personality Disorder. Acción Psicológica 10, 85–96 (2013).
  73. Forgash, C. & Copeley, M. Healing the heart of trauma and dissociation with EMDR and ego state therapy. (Springer Pub., 2008).
  74. Thornback, K., Muller, R. T. & Rosenkranz, S. E. The Relationship between Personality Disorder Features and Symptom Improvement at an Inpatient Treatment Program for Posttraumatic Stress Disorder. J Aggress Maltreat Trauma 23, 589–610 (2014).
  75. Harned, M. S., Korslund, K. E., Foa, E. B. & Linehan, M. M. Treating PTSD in suicidal and self-injuring women with borderline personality disorder: development and preliminary evaluation of a Dialectical Behavior Therapy Prolonged Exposure Protocol. Behav Res Ther 50, 381–386 (2012).
  76. Harned, M. S., Tkachuck, M. A. & Youngberg, K. A. Treatment preference among suicidal and self-injuring women with borderline personality disorder and PTSD. J Clin Psychol 69, 749–761 (2013).
  77. Lieb, K., Völlm, B., Rücker, G., Timmer, A. & Stoffers, J. M. Pharmacotherapy for borderline personality disorder: Cochrane systematic review of randomised trials. Br J Psychiatry 196, 4–12 (2010).
  78. Stoffers, J. M. & Lieb, K. Pharmacotherapy for borderline personality disorder–current evidence and recent trends. Curr Psychiatry Rep 17, 534 (2015).
  79. Zanarini, M. C. Psychotherapy of borderline personality disorder. Acta Psychiatr Scand 120, 373–377 (2009).
  80. Bateman, A. W., Gunderson, J. & Mulder, R. Treatment of personality disorder. Lancet 385, 735–743 (2015).
  81. Meuldijk, D., McCarthy, A., Bourke, M. E. & Grenyer, B. F. S. The value of psychological treatment for borderline personality disorder: Systematic review and cost offset analysis of economic evaluations. PLoS ONE 12, e0171592 (2017).
  82. O’Connell, B. & Dowling, M. Dialectical behaviour therapy (DBT) in the treatment of borderline personality disorder. J Psychiatr Ment Health Nurs 21, 518–525 (2014).
  83. Marsha M. Linehan PhD  ABPP-DBT® Skills Training Manual, Second Edition-The Guilford Press (2014).pdf.
  84. Cristea, I. A. et al. Efficacy of Psychotherapies for Borderline Personality Disorder: A Systematic Review and Meta-analysis. JAMA Psychiatry (2017). doi:10.1001/jamapsychiatry.2016.4287
  85. McMain, S. F., Guimond, T., Barnhart, R., Habinski, L. & Streiner, D. L. A randomized trial of brief dialectical behaviour therapy skills training in suicidal patients suffering from borderline disorder. Acta Psychiatr Scand 135, 138–148 (2017).
  86. Niedtfeld, I. et al. Pain-mediated affect regulation is reduced after dialectical behavior therapy in borderline personality disorder: A longitudinal fMRI study. Soc Cogn Affect Neurosci (2017). doi:10.1093/scan/nsw183
  87. Bloom, J. M., Woodward, E. N., Susmaras, T. & Pantalone, D. W. Use of dialectical behavior therapy in inpatient treatment of borderline personality disorder: a systematic review. Psychiatr Serv 63, 881–888 (2012).
  88. Foote, B. & Van Orden, K. Adapting dialectical behavior therapy for the treatment of dissociative identity disorder. Am J Psychother 70, 343–364 (2016).