Puntos centrales:
- La Psiquiatría nació estrechamente ligada a la Neurología.
- La división entre ellas tuvo lugar por aspectos históricos más que técnicos.
- El avance científico ha posicionado la psiquiatría como una especialidad médica con las herramientas habituales del “arte-ciencia” de la medicina, sin perder su riqueza humanista histórica.

La psiquiatría tiene una historia complicada en el imaginario popular, e incluso en el médico. Dan cuenta de esto las locuciones populares “el loquero”, o su contraparte inglesa, “head shrinker” (achica-cabezas).
La explicación está en parte arraigada en la historia de la especialidad, específicamente, en la historia de un profesor y su pupilo: Jean Martin Charcot y Joseph Babinski.
Considerados ambos como padres de la neurología, se desempeñaron en forma consecutiva como directores del Hospital de la Salpêtrière en Francia. Allí Charcot describió las enfermedades que llevan su nombre (Enfermdad de Charcot-Marie-Tooth o atrofia muscular peronea, y la Enfermdad de Charcot o esclerosis lateral amiotrófica), así como también la esclerosis múltiple; es reconocido además por su nobleza atribuyendo con justicia los méritos de otros, renombrando la enfermedad de Parkinson estudiada por él en honor a la primera persona que la reportó bajo el nombre de paralysis agitans (James Parkinson), y apoyando la primacía de su discípulo Gilles de la Tourette en nombrar la enfermedad que hoy conocemos como Síndrome de la Tourette. La primera cátedra de neurología que exisitó en Europa se abrió expresamente para que él diera clases.
Menos conocidas, pero igualmente trascendentales, fueron sus exploraciones para la psiquiatría en el campo de la histeria, una enfermedad que él abordaba como neurológica. Fue profesor de Pierre Janet y de Sigmund Freud, que a su vez fundaron las más importantes escuelas de pensamiento psicoterapéutico relacionadas con el trauma y la identidad (formas en que hoy entendemos la histeria de entonces), que siguen vigentes hasta hoy.
Charcot daba lecciones magistrales sobre el tratamiento de pacientes (“los martes de Charcot”) en el hospital que dirigía. Sin embargo, su fama le habría jugado una terrible pasada, pues “fanáticos” del maestro empezaron a “preparar” pacientes, enseñándoles síntomas y aleccionándoles en como reaccionar durante la clase.
Aparentemente, Joseph Babinski estaba enterado de esta lamentable práctica. Al momento de morir el maestro, Babinski heredó la conducción de la Salpêtrière y allí realizó aportes que lo llevan por propio mérito a la categoría de maestro (por ejemplo, el “signo de Babinski” que todo médico aprende a evaluar desde los más tempranos años de la carrera). Su rechazo a las prácticas “teatrales” con estos pacientes preparados le llevaron a contradecir toda la doctrina charcotiana, por lo que las enseñanzas psiquiátricas sólo continuaron a través de pupilos no-neurólogos, constituyendo la separación de estas especialidades hermanas en su origen.

La neurología, entonces, se desarrolló como la especialidad focalizadora: su examen clínico busca encontrar el lugar de la lesión, y sus técnicas diagnósticas a confirmarlo; su tratamiento se organiza alrededor del defecto en un sitio específico del sistema nervioso.
La psiquiatría, a su vez, se ha convertido en la especialidad funcional: su examen busca alteraciones no focalizadas, que no se pueden remitir a un lugar del sistema nervioso, sino a la armonía o equilibrio en su funcionamiento, así como su traducción o equivalencia en la vida emocional, mental, y conductual de la persona.
Esto resultaba difícil de entender para la medicina, en ese período en plena revolución del microscopio; era el momento de investigar las infecciones, las alteraciones celulares: cosas que se podían ver, tocar, aislar, y con eso explicar en forma directa la enfermedad. La psiquiatría estaba fuera de ese paradigma.
Los avances tanto técnicos (imágenes del cerebro en tiempo real, estudios moleculares y genéticos) como filosóficos y epistemológicos (teoría de sistemas complejos) han dado sustento a la comprensión funcional como no contrapuesta, sino integrada a la focalizadora, dando un sustento “palpable” al desarrollo de los teóricos de la psiquiatría, permitiendo su “reincorporación”, de pleno derecho, como una especialidad formal de la medicina, entendida hoy como la práctica, ciencia y arte a la vez, de acompañar en la recuperación de la salud y la calidad de vida a las personas que así lo necesitan.
